Oír
de quejas de los servicios prestados por las compañías de telefonía
móvil no es cosa nueva, pues todos los que somos usuarios de estos
servicios hemos sufrido alguna vez de sus falencias. Así esta nota
es un testimonio más de entre miles y miles que dan vuelta.
Una
vez cometí el terrible error de contratar un servicio de módem para
Internet. Y recalco el “terrible” porque su servicio aquí en el
norte provincial resultó ser de una proverbial ineficacia. En su
anuncio yo había contratado un servicio 3G que, en realidad, casi o
nunca cubría lo que prometía en la zona en la que residía. Eso si,
los vendedores del local comercial no se molestaron en advertírmelo
(o no lo sabían) resaltándome las beldades de una conexión que al
final resultó mas lenta que una carrera de caracoles. Cuando llamé
las primeras veces a “atención a clientes” me ofrecieron cambiar
la configuración de mi módem siguiendo las instrucciones técnicas
por teléfono, habré hecho como diez cambios al respecto y nada,
todo seguía igual de malo. Tiempo después limitaron la navegación
a una determinada cantidad de descarga, cuando bien yo había
contratado el servicio “ilimitado”, lo que en realidad hizo que
la conexión fuera más lenta de lo que era. Hasta aquí podría
decirse “historia conocida”, pero solo fue el principio. La
cuestión era deshacerse luego del “producto” y evitar que
lleguen nuevas facturas cobrándome algo que jamás me ofrecieron.
Digo esto porque, precisamente, no causa gracia pagar por algo que no
te dieron pero prometieron. Es algo así como que vayas a una
restaurante y pedir que te sirvan una parrillada. Mientras estás ahí
pensando en si vas a empezar por los chinchulines o atacar primero la
morcilla en esas te traen dos tiras de costillas (grasosas) y a
pelarse. Entonces, indignado, le preguntás al mozo:
-
Señor, yo le pedí una parrillada con todas las cosas que hay en el
menú, y usted me trae unas costillas que en mi infancia la
comprábamos mitad para el guiso de fin de mes mitad para el perro.
A
lo que el simpático y robótico muchacho te contesta:
-
Disculpe usted, modifique su pedido porque justo en su mesa no llega
la cobertura de carne de calidad. Espere un momento que le paso con
el parrillero para que atienda su consulta...
Donde
uno tiene pleno derecho a quejarse usando el más básico sentido
común, no pagar por algo que no te dieron, parece no ser ley de
éstas empresas. Te pueden dar gato por liebre tranquilamente.
Así
y todo pagué todas mis facturas puntualmente hasta que al fin venció
el tiempo mínimo en que debía tenerlo en funcionamiento. Pero lo
peor estaba por venir y fue cuando
quise dar de baja el servicio. Primero tuve que
esperar un año desde que adquirí el “producto”, luego de ello
tenía que llamar a “atención a clientes” para solicitar la
baja. Este tipo de servicio fue diseñado, supuestamente, para
facilitar las consultas de los clientes sobre los servicios prestados
por la empresa, pero adolece de una impersonalidad e ineficacia
monstruosas. En primer lugar hay que lograr entablar comunicación
con algún operador, otro inconveniente es que uno puede hablar
decenas, cientos de veces con operadores anónimos que no sabrán
nada más de nosotros una vez terminada la comunicación. En lo
personal a mi me tocó que un operador me decía una cosa y otro
operador otra cosa: “Si señor, no se preocupe su problema esta
solucionado” ¡Pero la empresa no dejaba de mandarme mensajes
intimidatorios! Una y otra vez la misma gestión telefónica y
diversas respuestas. Una vez me pasaron a un “Departamento
Jurídico” que me ofreció, como única medida pasar mi Módem
prepago a uno recargable con tarjeta como única opción, acepté a
regañadientes. No hay que ser ingenuos, hacer sumamente dificultoso
el desprenderse de algo que ellos te venden es una política adrede,
o sea no es casualidad de que así sea sino que ellos mismos deben
poner esas trabas para que uno se rinda y siga pagando el mayor
tiempo posible.
Un
año mas tarde alguien me dijo que podía tener mas crédito en mi
celular si canjeaba mis puntos en un “club”, entré a su página
web y me di que había una pequeña mina de oro esperándome pues
había acumulado muchos puntos en los años que usé mi celular, pero
cuando quise canjear esos puntos me salía que tenía una deuda con
la empresa que tenía que saldar. Investigando más en esa página
descubrí que la deuda del módem ¡aún figuraba! Otra vez las
llamadas a atención al cliente, otra vez me daban la razón. Me
habían mentido, nunca me habían dado de baja el módem, sino habían
parado de notificarme la deuda, pero ésta había estado latente. Y
así se reanudaron los mensajes solicitándome cancelar la deuda,
pero esta vez con amenazas. Me advertían con cancelar mi servicio de
celular (A pesar de que hace años lo tengo religiosamente al día).
Cuando llamaba y decía que ya unos operadores me había asegurado
que no tenía ninguna deuda no quedaban pruebas de ello, era como si
hubiera hablado con fantasmas. Todo terminó cuando la empresa me
envió una carta documento con la amenaza de hacerme ingresar al
fatídico “Veraz” como moroso. Hubiera seguido mi lucha. Pero
como estaba cerca de cerrar una operación bancaria no tuve otra
opción que pagar. Así dos años de resistir un cobro injusto se
saldó con la derrota. Atrás quedaron cientos de llamadas y cientos
de molestos mensajes que me enviaron a veces a horarios insólitos.
Lo
que quedó aquí no fue solo mi dignidad sobre el piso, sino un caso
más de la pésima gestión de las empresas de telefonía que pueden
hacer con los clientes lo que quieren. La crítica es que no sólo
éstas empresas no están reguladas como corresponde sino también
que ofrecen laberínticas opciones de atención al cliente que no son
fiables y no sirven en la práctica. Uno puede desgañitarse en
reclamos que en realidad no son tomados en cuenta. ¿Recurrir a una
oficina habilitada? Se olvidaron de pensar que uno puede vivir a
cientos de kilómetros de la más cercana ¿Llamar a un 0800? Si no
tenés teléfono fijo fuiste, porque los celulares te cobran. ¿Hablar
con atención al cliente? Saben muy bien venderte algo, pero de
quejas es lo mismo que hablar con un gato.
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